miércoles, 1 de octubre de 2008

Entrevista de 2005 - Georgina Bardach: la medalla no le quitó frescura

"Cuando volví estaba muy perdida, no entendía nada", contó la cordobesa, afectada tras el fenómeno que provocó por los Juegos de Atenas, donde consiguió la primera medalla en natación para un argentino en 68 años. Acostumbrada, ahora se pone otro objetivo grande: quiere llegar al podio en el Mundial de Montreal, en julio próximo.
La Gorda está en el agua, entusiasmada como una adolescente, dispuesta a jugar como una niña. Georgina Bardach, la chica en cuestión, que recibe ese mote cariñoso por parte de su entrenador, Héctor Sosa, acepta encantada la propuesta de LA NACION de hacer una producción fotográfica debajo del agua. Generosa disposición que, por cierto, no resulta llamativa. Porque esta chica de 21 años conserva la frescura y el cariño pródigo hacia quienes la rodean que tenía antes de su consagración olímpica. Poco y nada cambió en ella desde aquella tarde del 14 de agosto, de aquella arremetida feroz, de aquel grito único en la piscina del Complejo Acuático de Atenas, de esa carrera increíble en la que conquistó la medalla de bronce en los 400m combinados. Aquel se trató del primer podio olímpico de natación con un argentino en 68 años... Situación lo suficientemente intensa como para modificar cualquier espíritu endeble. Pero no a Bardach.

Aunque, sí, hay algo que cambió en ella en estos casi cinco meses: algo así como tres kilos de sobrepeso por unas (merecidas) vacaciones que la afectaron más de la cuenta. “Si me dejás, me como un kilo de helado en un rato. Es mi debilidad”, es lo primero que dice en sus últimas horas en Buenos Aires, tras su participación en el Campeonato Argentino, que se realizó en la piscina del Cenard. “El problema no es tanto los kilos de más, sino la distribución: se le van todos a la cola y a las piernas”, explica el Bochi Sosa, el hombre que no sólo la entrena sino que la contiene, la guía.

“Además, desde que volvimos de Atenas está cargada de reuniones sociales. Vienen de una escuela y le piden que entregue los diplomas de tercer grado. No les podés decir que no, pero ella se entrena dos veces por día, hace gimnasio y en el tiempo que le queda tiene que alimentarse y descansar. No es fácil cumplir con todos”, sostiene el entrenador.

Esa continuidad de eventos y agasajos, claro, decreció con el paso de los meses. Para alivio de Bardach también. No por antipática, sino porque la exposición no es de su agrado. No la sabe llevar. “Cuando volví estaba muy perdida, no entendía nada; no esperaba esa popularidad. Estaba de un lado para otro. Al principio, lo de la prensa lo sufrí muchísimo, lloraba, no quería saber nada más con eso. Eso fue lo más complicado. Pero ya está, ya pasó. Fue un boom que duró dos meses, pero ahora está todo más tranquilo”, advierte Bardach, pura sencillez.

–¿Te cambió algo lo que lograste en lo personal?

–Creo que sigo siendo la misma, más allá de la exposición. A lo mejor estoy más suelta al frente de los micrófonos. Tuve que venir un poco más seguido a Buenos Aires y tuve que hacer una propaganda.

Lo dice y no puede evitar sonrojarse. La situación de verse en la TV o en los afiches callejeros publicitando un agua mineral la incomoda. “Sí, estoy en todos lados. Me da mucha vergüenza hacer eso. Y lo peor es que tenía que hablar. Cuando me dijeron eso, les dije: «Me están jod..., ¿vos me escuchaste hablar?».”

–¿Qué imagen recordás más de ese 14 de agosto?

–No sé... Cuando llegué y lo vi a Bochi, estaba fuera de sí. Y también cuando salí del agua y las vi a la Javi (Javiera Salcedo) y la Negra (Florencia Szigeti; dos nadadoras del equipo argentino), que estaban gritando y saltando en la tribuna. Me acuerdo de todo, en realidad. Cuando llegué a la pieza no me podía dormir, me acosté como a las cuatro de la mañana. Estaba pensando: ¿será cierto o lo habré soñado? Lo disfruté muchísimo ese día, porque no estaba nerviosa, estaba bien.

–¿Y cómo se hace para no estar nerviosa en un momento así?

–Hablé mucho con Bochi y con la profe de yoga. Ellos me decían, y en mi casa también lo hacían: «Vos ya hiciste todo lo que tenías que hacer, ahora te queda disfrutarlo». Es decir, si vos entrenaste bien, quedate tranquila que te van a salir las cosas bien. Y yo estaba segura de que había hecho todas las cosas bien.

Así de convencida estaba la Georgi que al final se subió al podio. Pero no quiere que ese 14 de agosto sea el único día importante de su vida. Tiene metas tan grandes como la que consiguió en Atenas de aquí en adelante. En febrero próximo participará en la última etapa de la Copa del Mundo (piscina corta), en Belo Horizonte. Pero su gran aspiración para 2005 es el Mundial de Montreal, en julio.

“Ese es el objetivo: vamos a ver si se puede hacer podio. Yo creo que sí, pero es complicado, porque las que están ahí, están parejas y puede pasar cualquier cosa. Igual, ahora se retiró Klochkova [Yana], así que...” La mención de la ucrania no es menor: ella dominó las pruebas combinadas (200 y 400 metros) durante los últimos cinco años y sólo perdió una vez en grandes torneos en ese lapso. Por eso ahora el camino se le abre...

“Es difícil”, reconoce. Es cierto. Pero también era difícil el camino hacia ese 14 de agosto y lo transitó con éxito. Y ahora, entonces, no asombra que se ponga otra meta complicada, en busca de que esa fecha no quede solitaria en el palmarés de esta chica a la que el éxito no la ha cambiado ni un ápice.

Por Diego Quinteros
De la Redacción de LA NACION

La relación con José Meolans

Georgina Bardach y José Meolans se conocen desde siempre, desde que se entrenaban juntos a las órdenes de Daniel Garimaldi, en el Jockey Club de Córdoba. Por pergaminos y por logros, él se convirtió en el estandarte de la natación argentina... hasta los Juegos Olímpicos de Atenas. ¿Cómo es la relación entre los cordobeses? “Es rara nuestra relación. Hay veces que está todo bien, y hay veces que no nos hablamos. Pero los dos sabemos que si él necesita, yo voy a estar y al revés lo mismo. A veces ni hace falta que hablemos; lo conozco hace mil años. Lo quiero mucho y me dolió mucho lo que le pasó en los Juegos.”

A una materia de recibirse

A punto estuvo de recibirse, pero el esfuerzo no bastó. A mediados de diciembre último, mientras nadaba en el Campeonato Argentino, Georgina Bardach le dedicaba las horas libres a repasar los apuntes de las cuatro materias pendientes que le quedaron del secundario. “Me hicieron resúmenes de todo y yo estudiaba de ahí”, cuenta la cordobesa.

Al día siguiente que terminó el torneo, se volvió a Córdoba y dio tres materias: matemáticas de 5º y de 6º, e historia. Le fue bien. Y al otro día, la última: geografía. Si aprobaba, se recibía. Pero no. “Me fue mal, no sabía nada. Ahora voy a tener que ponerme a estudiar para darla en febrero”, dice Bardach, que a punto estuvo de convertir 2004 en uno de sus mejores años.

Fuente: Diario La Nación
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=669425